lunes, 10 de septiembre de 2012

Menos Bosque, Menos Lluvia...



Fuente: BBC Mundo 
La pérdida de sistema tropical puede afectar a personas a miles de kilómetros de distancia...
La deforestación puede causar una seria reducción de las lluvias en los trópicos, con graves consecuencias para la población no solo en esa región sino en zonas vecinas, señalaron investigadores de la Universidad de Leeds, en Inglaterra, y del Centro de Ecología e Hidrología del Consejo de Investigaciones Ambientales británico, NERC por sus siglas en inglés.
El aire que pasa sobre grandes zonas de bosque tropical produce al menos el doble de lluvia que el que se desplaza sobre zonas de poca vegetación y en algunos casos los bosques contribuyen a aumentar las precipitaciones a miles de kilómetros de distancia, según el estudio publicado en la revista Nature.
Teniendo en cuenta estimaciones futuras de deforestación, los autores afirman que la destrucción del bosque tropical podría reducir las lluvias en la cuenca amazónica para el 2050 hasta en un 21% durante la estación seca.
“Encontramos que los bosques en la Amazonía y en la República Democrática del Congo también mantienen las precipitaciones en las periferias de esas cuencas, es decir, en regiones donde vive un gran número de personas que depende de esas lluvias para subsistir”, dijo el autor principal del estudio, Dominick Spracklen, de la Escuela sobre Tierra y Ambiente de la Universidad de Leeds.
“Nuestro estudio implica que la deforestación en la Amazonía o en RD Congo podría tener consecuencias catastróficas para personas que viven a miles de kilómetros en países vecinos”.
En declaraciones formuladas anteriormente a BBC Mundo, el científico José Marengo, experto en cambio climático del Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales de Brasil, INPE, explicó por qué el bosque amazónico afecta las lluvias tanto en el sur de Brasil como en Argentina, Uruguay y Paraguay.
Los vientos alisios, los que vienen desde el Océano Atlántico al continente, arrastran humedad para el interior de América del Sur tropical, o sea, la Amazonía y el noreste de Brasil. Y además de la humedad que viene del Atlántico, la vegetación amazónica contribuye humedad a través de un proceso de evapotranspiración, como se denomina a la evaporación de los ríos unida a la transpiración de las plantas.
“Esta humedad es transportada por los vientos en dirección a los Andes, que la desvía hacia la región sureste de América del Sur. O sea que parte de la lluvia que se produce en la cuenca del Río de la Plata incluyendo el sur de Brasil de hecho viene de la Amazonía”, explicó Marengo.
“Si no estuviera el bosque amazónico llegaría menos humedad al sur, de forma que Paraguay, Uruguay, parte de Argentina y el sur de Brasil en parte deben su lluvia a la contribución de la Amazonía”.
Desplazamiento del aire
Los científicos han debatido el vínculo entre la vegetación y las precipitaciones durante décadas. Es bien conocido que las plantas devuelven humedad al aire a través del proceso de evapotranspiración, pero no está claro hasta dónde llega el impacto de los bosques en las lluvias en términos de cantidad o extensión geográfica.
Los autores del nuevo estudio utilizaron datos obtenidos por satélites de la NASA sobre vegetación y precipitaciones, además de un modelo de predicción de patrones en los movimientos del viento.
“Observamos qué había sucedido con el aire en los días previos. Por dónde se había desplazado y sobre qué extension de vegetación”, dijo Spracklen.
Los investigadores analizaron la trayectoria de masas de aire provenientes de diversas partes de bosques para determinar la cobertura vegetal sobre la que se habían desplazado en los últimos diez días. Cuanto mayor era la vegetación sobre la que había viajado el aire, mayor era la humedad transportada y la cantidad de lluvia producida.
“Las observaciones muestran que para comprender cómo impactan los bosques en las precipitaciones, debemos tomar en cuenta cómo ha interactuado el aire con la vegetación durante su viaje de miles de kilómetros”, dijo Stephen Arnold, investigador de la Universidad de Leeds y coautor del estudio.
"Esto tiene importantes implicaciones para los tomadores de decisiones a la hora de considerar el impacto ambiental de la desforestación, ya que sus efectos en las lluvias pueden sentirse no sólo localmente sino a escala continental”.
Spracklen señala que la investigación deja en evidencia la importancia de proteger los bosques tropicales.
“Brasil ha progresado recientemente en la reducción de los altos indices de deforestación de años anteriores y nuestro estudio muestra que este progreso debe mantenerse”.
Un estudio anterior publicado en la revista Nature en enero advirtió que la combinación de la deforestación, la agricultura y el cambio climático están debilitando al ecosistema amazónico, conllevando potencialmente a la pérdida de sus capacidades de retención de dióxido de carbono y generación de lluvias.
Los científicos concluyeron que si bien la Amazonía puede tener resistencia ante perturbaciones individuales, la interacción de fenómenos como incendios, deforestación, fragmentación y cambio climático puede afectar su capacidad de respuesta. El estudio de enero concluye que a pesar de la gran reducción en deforestación en la Amazonía brasileña (de 28,000 hectáreas anuales en 2004 a 7,000 hectáreas en 2011) el bosque permanece frágil.

Patrono de la ecología...


Por: Jovanny Kranwinkel
San Francisco de Asís desde 1980 es el Patrono de la Ecología. Fue nombrado por el Beato Juan Pablo II, quien vio en la espiritualidad del santo, un patrón a seguir en esta vital actividad que conserva la creación y por ella cumplimos la responsabilidad de entregar a las nuevas generaciones un mundo mejor que el que encontramos.
Grandiosa y digna de admiración es la creación hecha directamente de la mano de Dios, pero para un cristiano la redención es superior
porque es una condición que a través de Jesucristo nos convierte en nuevas creaturas y nos hace mirar con más agradecimiento todo lo que el Señor ha hecho para nosotros.
El santo de Asís recibió en su redención un inmenso amor por la naturaleza y por lo creado; su respeto a la vida en todas sus manifestaciones superó lo que muchos de nosotros hacemos por ciencia al día de hoy.
Si haber sido creados nos genera agradecimiento, recibir la redención a través de la conversión a Jesucristo, la curación y cambio de vida,
nos hace amar profundamente y al mismo tiempo agradecer a Dios por tan hermosa obra.
En tal sentido, los dominicanos hemos sido doblemente bendecidos a través de una impresionante biodiversidad y abundantes  paisajes atractivos.
Como creyentes estamos conminados a vivir la conversión ecológica de San Francisco, que en la cultura actual de consumo y generadora de
desechos, es sumamente necesaria. La globalización debería haber ayudado a que fuera así, pero lamentablemente, los síntomas planetarios que estamos viviendo demuestran lo contrario.
La hermandad con las demás creaturas que nos mostró el Patrón de la Ecología nos llama a que en profunda reflexión nos mantengamos en un
constante accionar tendente a conservar y a mejorar los dones de la creación.
Un cristiano debe ser el primero que, entendiendo esta relación y a través de su propio accionar, colabore con la conservación de un equilibrio ecológico. Ya muchas cosas han sido dichas y sin embargo seguimos sin hacer un cambio profundo en nuestra manera de interactuar con la naturaleza, infringiéndole graves daños día a día.
Si cada dominicano se hace el propósito de realizar al menos algunas acciones sencillas pero significativas, las cosas pudieran ser
diferentes. Arborizar, reciclar, ahorrar agua y controlar el humo de nuestros vehículos, son solo algunas que deberían estar siendo realizadas diariamente  por toda la población.
Sin embargo, si no educamos desde la familia para que nuestros hijos vayan siendo protagonistas de una justa relación con la naturaleza, no será posible contar con ellos para un mundo limpio y balanceado.
El Estado como ente regulador y de equilibrio, debe incrementar sus esfuerzos en preparar planes educativos sobre la base de la conservación
de los recursos naturales e incentivar el estudio de ciencias naturales, asegurando los puestos de trabajo para quienes las estudien y que puedan a través de ellas mantener el importante equilibrio natural que recibimos al nacer.
Pero como debemos ser justos y  sabiendo que el aprovechamiento de los recursos naturales debería ser en función de todos, ya que somos los
administradores de ellos, San Francisco trabajó importantemente por los que menos tenían y su ejemplo es digno de imitar.
En cualquier acción humana basada en la explotación directa de algún recurso natural, su fin principal debe ser beneficiar a toda la
población como propietaria del recurso, amén de los costos y beneficios de esa extracción.
Mineras, cementeras, granceras, madereras, petroleras, etc, deberían haber pactado contratos en los que el Estado, como responsable de
administrar los recursos del pueblo, pueda a través de estos beneficios mejorar la calidad de vida de los ciudadanos.
Hoy es un buen día para asumir retos personales y globales por el Ambiente, escuchando nuestra conciencia ecológica y redimiendo nuestros pecados ecológicos como nos mostró Juan Pablo II.
Lo bueno es sinónimo de Dios, hagamos pues buenas acciones para que la vida en nuestra hermosa casa (el planeta)  sea más placentera y así
cumplamos el sagrado deber de mejorar la creación que nos fue encomendada y que tomamos prestada a nuestros hijos. Hay que estar a favor de lo bueno.
(El autor es Secretario Ejecutivo de la Comisión Nacional de Pastoral de Ecología y Medio Ambiente de la Conferencia del Episcopado Dominicano)